En la España de la posguerra, a mediados de la década de 1930, la pobreza era tal que la gente no tenía para comer. "Se juntaban en los patios y preparaban lo que podían. Una vecina llevaba garbanzo, otra patatas y era motivo suficiente para celebrar", cuenta Farruquito, bailaor proveniente de una dinastía fundada por su abuelo, Farruco, sobre el origen del flamenco. Así, celebrando que ese día tenían algo que llevarse a la boca, nacieron los cantes, las palmas y el baile que honra lo mismo la tristeza que la alegría.
El bailaor sevillano es hijo del cantaor Juan Fernández Flores "El Moreno" y la bailaora Rosario Montoya Manzano, "La Farruca". Debutó a los cinco años en Broadway compartiendo escenario con grandes figuras del género en el espectáculo Flamenco puro y a los ocho años hizo su primera temporada en Madrid. "No recuerdo desde qué edad bailo, mi familia dice que desde siempre", cuenta quien aparece junto a su abuelo en la cinta de Carlos Saura Flamenco, de 1995 y presenta este 18 de julio su espectáculo Improvisao, en el Lunario del Auditorio Nacional.
Hace un año que lleva por diversos escenarios del mundo este montaje, que tiene la característica de no seguir un guión ni en la música ni el baile. No hay pautas, como en la vida, aunque la experiencia, sobre el tablao y en el día a día, le ha dotado de la madurez suficiente para enfrentar lo que venga. "Tengo un repertorio de recursos que voy poniendo al servicio del momento. A lo mejor el guitarrista me hace dos días seguidos la misma falseta y yo a veces puedo repetir pasos, pero nunca en el mismo orden, nunca con el mismo gesto, la misma expresión ni el mismo lugar, por lo tanto es un espectáculo distinto cada día".
Improvisar, como el flamenco, asegura el artista, es una forma de vida. "Yo tuve la suerte de vivir la época de los festivales donde se juntaban Camarón, Chocolate, Manuela Carrasco y me enamoré del flamenco, porque veía la identidad de cada uno, todos podían estar cantando, bailando, tocando por bulería, pero cada uno era totalmente distinto, porque se expresaba tal como era. A mí me gusta mucho conservar eso, que es la raíz, la esencia, para mí evolucionar es aprender dentro de tu mismo género a descubrir otras formas y expresiones".
Y es que los gitanos históricamente han tenido que improvisar, al ser migrantes constantes. "En nuestro principio, hemos sido nómadas, no tenemos un lugar de procedencia, hemos caminado por muchísimos siglos, nos hemos influenciado por muchísimas culturas, pero parece ser que plantábamos bandera con nuestra música y gracias a ella hemos sido respetados, integrados a la sociedad y admirados por aquellos que alguna vez nos han discriminado y nos han rechazado".
La vida es una migración, concluye Farruquito: "Te lleva a donde no sabes que vas a llegar a parar, por lo tanto, nosotros tenemos una buena filosofía de vida, sabemos verle el lado positivo, celebrar a través del cante, del baile, de la guitarra del flamenco y llorar una pena o gritar una alegría. Cada día es especial, si tú te organizas la vida como si fueses eterno, no estás muy cerca del flamenco, no es una programación, una coreografía, el flamenco es como la vida, es una improvisación, en la que siempre corres el riesgo de equivocarte. Pero puede ser que aciertes".
Farruquito Improvisao
¿Dónde? Lunario del Auditorio Nacional, Reforma y Campo Marte
¿Cuándo? Sábado 18, 21:00 horas
Localidades: $550, $650, $750 y $1000