"El vino tiene que ver con energía magnética. Islandia parece tranquila, minimalista, pero bajo la superficie todo está burbujeando y en ascenso", señala Richard Geoffroy, jefe de cava de Dom Pérignon, respecto a la analogía que la firma hace entre este paisaje y su nueva botella P2 1998 vintage, la cual reposa en una caja metálica negra, de ocho libras de peso, con un costo de entre 350 y 375 dólares.
Esta comparación fue la base para que, a principios de año, la marca se presentará con una cata en el glaciar Gígjökull, en las laderas de un volcán del país ubicado en el noreste de Europa.
La "P" en el nombre de esta bebida, según Geoffroy, significa plenitud, una palabra que usa para describir las fases distintivas de la evolución del gusto con el envejecimiento de la champaña en la bodega.
La versión regular de Dom Pérignon lleva ocho años de fermentación; su segunda fase, de 12 a 15 años, es la denominada P2, mientras que la tercera, de entre 30 y 40 años, se le conoce como P3. A ello, la edición vintage refiere a que el líquido permanece un tiempo extra en contacto con la levadura que se genera durante el proceso.
La próxima edición P2 saldrá en febrero de 2015 y la primera P3 en primavera.