Con el triunfo de Donald Trump y el fallecimiento de Fidel Castro como telón de fondo, el año que concluye quedará marcado en la historia como el punto final de un mundo conocido. El siglo XX finalmente exhaló.
La muerte del último símbolo ideológico y la elección de un presidente no estadista constituyen hitos tan relevantes como el tiempo entre guerras o la caída del Muro de Berlín. Porque el siglo pasado, dice el filósofo Óscar de la Borbolla, fue el de una democracia con ideales, en el que se pensó que la mayoría aspiraba a lo mejor para la humanidad. Lo contrario al panorama actual. "Hoy existe otro tipo de democracia, la de una masa que reacciona por impulsos instintivos. Cambió el modelo de hombre: de uno que tenía aspiraciones, a uno que tiene reacciones", afirma.
La noción de igualdad propia de este siglo, observa el autor de Filosofía para inconformes y La libertad de ser distinto tiene que ver más con la visibilidad que propician las redes sociales, que con un sistema de pensamiento.
"Asistimos, lamentablemente, al fin de las ideologías", acusa.
De la Borbolla explica que la época de las guerras en la primera parte del siglo XX creó un escenario en contra del nazismo, que fue el cimiento de la democracia que buscaban las revoluciones socialistas. "Incluso el de la propia revolución cubana", destaca. "Con la muerte de Fidel Castro se termina de rematar esa expectativa, acompañada por una tecnología muy extraña, que es la que da voz a todos: Internet".
acríticos y desinformados
Otro rasgo de estos tiempos, dice el escritor Carlos Chimal, autor del libro Creaturas de fuego (FCE, 2013), en el que explora el concepto del pos-posmodernismo, es que cada vez más gente vive encerrada en su red social y ya no consulta otros medios de información.
"Cuando empezó Internet, era como una especie de sueño anarquista, de pequeña comunidad, totalmente horizontal, donde todos eran iguales y se comunicaban para pasar mensajes de conocimiento. Ahora ya se volvió otra cosa", dice.
La interacción en las esferas virtuales ha desplazado el análisis crítico sobre la información que en ellas circula, y privilegiado la opinión inmediata. Lo grave de esto, resalta De la Borbolla, no es que figuren "democráticamente" todas las voces en ese espectro, sino aquellas que, advierte, nunca han tenido sentido común.
"De pronto, la gente que no sólo no tiene una ideología, sino que simplemente no piensa, empieza a contar para cosas tan importantes como la elección de un presidente –Trump-, que va en contra de todo el ideario del siglo XX", advierte.
"Ortega y Gasset lo había augurado en La rebelión de las masas. Pero no tenía en la mira que esa masa pudiera interconectarse de manera horizontal y ponerse de acuerdo sin mucha deliberación a través de Internet sobre cualquier asunto".
Ambos autores coinciden en que este año se han revelado con mayor claridad los alcances inesperados de esta era mediática.
"Ahora está de moda hablar de la posverdad, que es un eufemismo de la calumnia", observa Chimal. "Puedes meter cualquier cosa en Internet y mucha gente lo va a creer, porque la ignorancia no se ha ido; Estados Unidos es uno de los países más ignorantes, donde la gente cree en cosas completamente enloquecidas. Por eso estamos viendo el surgimiento de una nueva forma de fascismo".