Güiski derecho
En política, la coherencia no sólo se predica: se demuestra.
Y cuando una senadora que alza la voz contra el nepotismo y se rodea de familiares en puestos clave en un gobierno municipal que formalmente no encabeza, pero sobre el que sigue teniendo una influencia indebida y perniciosa, la incongruencia deja de ser un desliz para convertirse en un agravio público.
Redoble de tambores
Tal es el caso de la senadora Mariela Gutiérrez Escalante, quien, según múltiples testimonios y documentos oficiales, ha convertido al municipio de Tecámac en un feudo familiar, donde la línea entre lo público y lo privado se ha desdibujado peligrosamente. ¡Así como lo están leyendo!
Resulta paradójico y profundamente indignante que la misma legisladora MORENISTA, que impulsó y votó las reformas contra el nepotismo en el Congreso, mantenga en la nómina de la administración pública municipal a familiares y allegados, mediante los cuales controla las decisiones políticas, la operación administrativa y, sobre todo, las finanzas municipales.
El caso no se trata de rumores: los nombres hablan por sí solos.
La cuñada de su hijo, Elizabeth Moreno Arreola, es la suplente de la presidenta municipal; la tesorera municipal, Olga Molina –sin mayor mérito que ser la hija de su cocinera– y el subtesorero de Egresos, Jesús Olivares –otro de sus primos– tienen como encomienda acordar con la senadora el destino de los 2,400 millones de pesos del presupuesto municipal.
Peor, esto NO es todo, pues su sobrina, Paola Suárez Gutiérrez, es la responsable de Atención Ciudadana en la Dirección de Gobernación, y a través de ella la senadora mantiene el control político sobre el municipio y el partido, apoyada por una nómina alterna de 1,300 “promotoras del bienestar” que reciben en forma de apoyo mil 500 pesos mensuales, lo que termina costando al erario cerca de 23 mdp al año.
Inhale y exhale
Porque la red, su red, se extiende y complementa en los organismos descentralizados: en el Odapas, su primo Marcos Hernández Gutiérrez no sólo es el responsable de operar la infraestructura de agua y saneamiento, sino que también tiene a su cargo parte del mantenimiento del parque vehicular.
En el DIF municipal, su nuera Isabel Muñoz funge como “presidenta honoraria”, y su prima Perla Lizeth Cruz dirige el área jurídica. Y por si fuera poco, en el sector deportivo otra de sus primas, Cecilia Hernández Gutiérrez, encabeza la Dirección de Infraestructura del Instituto del Deporte, a través de la cual se adjudican contratos a empresas cercanas, incluidas las manejadas por su propia hermana Enriqueta y su sobrino Carlos Suárez, quienes operan el mantenimiento de áreas verdes y deportivas, facturando más de 50 millones de pesos al año. Situación similar ocurre con el equipo de la tercera división profesional “Bombarderos de Tecámac”, que recibe un subsidio municipal a través de ese mismo instituto, y la asociación civil titular de los derechos es encabezada por el consuegro de la senadora como presidente, y su hijo como tesorero.
Fuerte a pico de botella
En suma, Tecámac no es hoy un municipio gobernado por un proyecto político, sino por un árbol genealógico.
Sí, lo que alguna vez se presentó como un ejemplo de transformación se ha convertido en el espejo de los mismos vicios que Morena prometió desterrar: el clientelismo, el amiguismo y la impunidad.
El poder público, cuando se usa para favorecer a la familia, deja de ser servicio y se convierte en negocio.
Ouch…
Y en este caso, la contradicción es doblemente dolorosa: porque quien hoy controla a Tecámac con mano de hierro, fue parte de quienes levantaron la voz para prohibir exactamente lo que hoy practica sin pudor.
La senadora Gutiérrez Escalante puede seguir hablando de austeridad, transparencia y justicia social, pero mientras ella, su familia y sus amigos sigan manejando a discreción el municipio y su presupuesto, la credibilidad de ese discurso se desmorona.
En tiempos donde la confianza ciudadana es frágil y la indignación crece, el nepotismo no sólo corrompe al gobierno: corroe la esperanza.
Tecámac, un municipio con historia, con gente trabajadora y con futuro, merece algo mejor que un cacicazgo rapaz y abusivo –como la senadora calificaba al que le antecedió y que ese municipio padeció durante 21 años– ella ya lleva siete y según sus vecinos, ya superó en oprobio a su maestro.
¿Oigan y vieron que doña Emilia Calleja salió en redes a contestarme tras mi columna del lunes?
Sin duda, no son iguales, salieron mucho peores, porque mienten como respiran.
Pues el proyecto con el que salieron a presumir las energías limpias que generan no es de la CFE. Y fue un proyecto realizado con Salinas de Gortari con el cual se demostró la capacidad de viento del sureste y enseguida se impulsaron todos los proyectos privados en esa zona.

Pero eso no es lo peor, sino que EDF Renovables México ha suspendido las operaciones del parque eólico La Mata-La Ventosa, ubicado en el Istmo de Tehuantepec, Oaxaca, desde el pasado 31 de marzo de 2025. Este complejo, con una capacidad cercana a los 100 MW y equipado con 37 turbinas, había funcionado ininterrumpidamente desde 2010. Ahora se encuentra detenido por incumplimientos en el pago del permiso otorgado por el gobierno mexicano que permite la generación y venta de electricidad, bajo el esquema de autoabasto.
Los campesinos y ejidatarios de las comunidades de La Mata y La Ventosa, pertenecientes a los municipios de Asunción Ixtaltepec y Juchitán, mantienen incertidumbre sobre las causas del cierre, ya que EDF Renovables no ha emitido información oficial al respecto. Esta falta de comunicación ha ocasionado la paralización no sólo de la producción, sino también del mantenimiento preventivo y correctivo de las turbinas, que comenzó a deteriorarse; al igual que los caminos del parque, los cuales están experimentando un proceso de enmorrontamiento.