Sobremesa

A los tibios, ni el Diablo los quiere

Ante la ocupación de las vías de Ferrosur, propiedad de Germán Larrea, los empresarios y sus organismos han mostrado tibieza.

La naturaleza de la gente se conoce en los momentos de definiciones. Hay quienes se crecen al castigo, quienes tienen una formación sólida y actúan con coherencia para defender los intereses que representan.

También hay quienes se doblan una vez, y otra y otra.

Ante una acción que parece expropiación, que huele a expropiación, que sabe a expropiación, pero que no es, dicen, sino una posesión temporal, me pregunto:

¿Qué es peor?

1.- Que ante una prolongada negociación, AMLO y sus marinos interrumpan el diálogo, den un golpe de timón y generen una ocupación armada de una concesión ferroviaria por donde se movilizan cargas comerciales… o…

2.- Que el CCE diga 24 horas después, con un endeble comunicado de prensa… esta boca no es mía.

Para mí, sin duda alguna, la segunda. Sí, la tibieza de los empresarios y sus organismos es de pena ajena.

“Entiende, no podemos decir nada porque tenemos concesiones”.

“Si hablamos, nos mandan auditorías”.

“Estamos abiertos al diálogo”.

“Los radicales no convocan a mesas de negociación (NAIM) y menos en campaña”.

“Nosotros sí le decimos al Presidente qué cosas vemos mal y nos escucha”. Se vale reír o llorar, pero así me lo dijeron y les contesté: enhorabuena, se ve que les hace mucho caso.

“No fuimos a la contramarcha de AMLO por el INE, sino a su discurso. ¿Cómo íbamos a decirle que no al Presidente?

¡Ahora resulta!

“El CCE dejó de ser una cúpula contrapeso del gobierno para convertirse en comparsa de los gobiernos del PRI-AN. Cuando uno de nosotros se atreve a criticar, nos voltean a ver con cara de what antes de espetar un ¿estás loco?” –esto me lo dijo un integrante, muy molesto, del CCE, sobre los tiempos de EPN–.

Bien lo escribió Doralicia Carmona en Memoria política de México:

“7 de mayo de 1975.

El anuncio se hace ante la prensa de la ciudad de México. El CCE surge en el contexto de los acontecimientos políticos y sociales que han tenido lugar durante el régimen del presidente Luis Echeverría, como agitación popular y asaltos, secuestros y asesinatos de empresarios por grupos guerrilleros –por ahí andaba Jesús Zambrano (nota mía)–, y constituye una respuesta a los planteamientos reformistas que se han formulado durante su periodo de gobierno: apertura política, distribución del ingreso, aumento del gasto público, acercamiento a los gobiernos de Fidel Castro y de Salvador Allende, asilo político a exiliados de izquierda, así como la percepción de que la política echeverrista es más radical que en lo que en realidad ha sido.

La reacción empresarial se inició en diciembre de 1972, con motivo de la nueva ley para regular con mayor rigor las inversiones extranjeras. El embajador norteamericano Robert McBride impulsó, a través de la Cámara Americana de Comercio, CAMCO, la idea de una acción coordinada de los empresarios contra la ‘hostilidad’ al capital extranjero y a la empresa privada. Durante el año siguiente, Frank V. Loretta, expresidente de CAMCO y directivo de Dupont, junto con empresarios de Monterrey, como Marcelo Garza Sada y Ricardo Margain Zozaya, promovieron la organización del empresariado nacional. Garza y Margain recorrieron el país para concientizar a los hombres de negocios de su condición de ciudadanos ‘disminuidos’, despolitizados e ineptos para defenderse de la creciente amenaza a las empresas. Les hicieron ver que los empresarios estaban ausentes de los medios informativos, de las universidades y de la política en general, y que una actuación individual y aislada sería ineficaz. Fue así como acordaron agruparse para ‘vender’ una imagen adecuada del sector privado a la sociedad y particularmente en materia política...”.

Se trata, pues, de “agrupar, representar y defender los intereses del sector privado mexicano para defender la libertad de emprender”. Justo ante decisiones como la emprendida en la toma del ferrocarril.

El CCE será formalmente constituido el 5 de agosto de 1976… un vocero común del sector empresarial para “poder hablar con el gobierno, con una sola voz…”.

Continúa Doralicia Carmona: “Este es un programa de enfrentamiento con el gobierno, un enfrentamiento periódico que culminará con el de la nacionalización de la banca en 1982″.

“El presidente fundador será el licenciado Juan Sánchez Navarro y entre sus futuros presidentes se encontrarán varios futuros políticos como Manuel J. Clouthier, candidato presidencial del PAN en 1988, y Eduardo Bours Castelo, gobernador de Sonora por el PRI”.

De indudable importancia, el CCE marcó un hito en las organizaciones de la iniciativa privada. Además de significar un deslinde del gobierno, vale la pena rescatar lo que para Juan M. Martínez Nava es esta organización: “En el CCE culminó y se expresó la unificación patronal y así este sector dio un nuevo paso, desde el punto de vista político y de organización, al margen del tradicional esquema de control establecido por el Estado. Pero aun antes de su creación, era evidente que los dirigentes de las organizaciones empresariales existentes coordinaban bastante bien sus respuestas al gobierno de Echeverría. Después de su formalización ya no sólo se ocultó ese fenómeno, sino se hizo ostentación de él”.

Desconocer la historia, perder la memoria, olvidar los momentos en que los mexicanos hemos vivido cambios de rumbo en nuestra breve vida como país de instituciones, además de arrastrarnos a repetir los errores, abre espacios a la vociferación de unos, mientras otros –CCE, ABM, CMIC, Concamin, Coparmex, Concanaco, CMN…– se agazapan.

La vía del ferrocarril es una concesión del Estado. También lo son las minas, las telecomunicaciones, la energía… Cuando venga la Marina por lo demás, ¿seguirán callados?

Desde este espacio expreso mi solidaridad para la ministra Piña y sus colegas ministros de la SCJN, bueno, es obvio que no a todos, pues hay quienes han demostrado su falta de ética y valores, su capacidad de abyección.

Me solidarizo también con mis compañeros del gremio, reporteros de Radio Fórmula, quienes fueron agredidos, Juan Antonio Jiménez y Óscar Rea. Le recuerdo al poder que la prensa no somos el enemigo, sin libertad de expresión las democracias dejan de serlo y se acercan a las dictaduras.

Le pregunto a los empresarios, a los legisladores, a las organizaciones, y ustedes, ¿qué piensan hacer? ¿Voltearán para otro lado?, como lo dijo Ciro Murayama.

El país es de todos, la lucha por el respeto, la Constitución, la división de poderes, el debido proceso, las instituciones… es de todos.

A los tibios, les recuerdo, ni el Diablo los quiere.

COLUMNAS ANTERIORES

Les soltó la jauría de la muerte y le agradecieron
AMLO humilla a la GN en Acapulco

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.