Mitos y Mentadas

La primera gran caída internacional de AMLO

A López Obrador no le tienen confianza; a Lula, sí. La fallida candidatura de Gerardo Esquivel para dirigir el BID fue una caída libre. El principio del fin del apoyo internacional.

El domingo 20 de noviembre se llevó a cabo la elección del presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Ganó Brasil con 80.08 por ciento de la votación accionaria (capital social) y 17 países regionales. En segundo lugar quedó Chile con 9.93 por ciento y dos países regionales seguido por México con 8.21 por ciento con el apoyo de tres países regionales. Trinidad y Tobago quedó con 1.61 por ciento contando con el apoyo de seis países. El lunes pasado, en conferencia de prensa, López Obrador se quejó: “No hay un cambio en la elección del director del BID, es más de lo mismo, es lo que se ha venido aplicando durante todo el periodo neoliberal, se ponen de acuerdo con el visto bueno de Estados Unidos y así eligen”. Está equivocado.

En primer lugar, es la primera vez que gana la presidencia un país con un presidente de izquierda y no un “neoliberal” como insinúa AMLO. En segundo lugar, para ganar la presidencia se requieren dos requisitos simultáneos: más de 50 por ciento de voto accionario del capital social de los 48 países miembros, más el voto de 15 países regionales. Estados Unidos tiene 30.006 por ciento del voto accionario. Dado que Ilan Goldfajn obtuvo 80.08 por ciento y 17 países regionales, Brasil hubiera ganado aún sin su voto.

Por supuesto que es importante tener a Estados Unidos a bordo, pero históricamente (excepto Trump con Claver Carone) no imponen a ningún candidato de la región; en el peor escenario lo que harían es vetarlo. Una vez que inicia la campaña de los aspirantes escogidos por los países latinoamericanos esperan que se conforme una mayoría y apoyan a ese candidato. No quieren tener ninguna responsabilidad. De los 48 países miembros del BID, Ilan Goldfajn obtuvo el voto de 26 países miembros, Chile obtuvo el de 12, Trinidad y Tobago de seis y México de tres. Ni un solo país europeo, asiático o suramericano. Ningún país liberal o de la llamada “izquierda latinoamericana”. Ni Bolivia, Perú, Venezuela o Colombia. Ningún país de la Alianza del Pacífico. Solo dos países centroamericanos de los cuales uno es Nicaragua apoyaron a México. Si cinco países centroamericanos hubieran apoyado a México, hubiera habido segunda vuelta. A López Obrador no le tienen confianza; a Lula, sí. Fue caída libre. El principio del fin del apoyo internacional.

La lección de este proceso, el proceso de toma de decisiones de Lula y su estilo de liderazgo, algo consistente en la política exterior brasileña. El candidato por Brasil había sido propuesto y apoyado por el gobierno de Bolsonaro. Sin embargo, al evaluar la importancia de asumir un liderazgo brasileño en el BID, Lula decidió secundarlo y seguir la negociación con los países miembros del BID, anteponiendo así los intereses de Brasil a los partidarios y personales. En este proceso, la decisión, negociación, cabildeo y elección de candidatos por parte de los países regionales, fue responsabilidad de cada uno de los países que compitieron. La victoria de Brasil, tiene que ver con el liderazgo y capacidad de negociación de este país frente a la pérdida de influencia y liderazgo de México. Muy triste también que México agradezca el respaldo de un país como Nicaragua, un régimen dictatorial y opresivo. En cambio, Boric y Lula, representantes de la izquierda regional, a diferencia de López Obrador, han sido críticos del nivel de opresión del régimen nicaragüense. Boric no solo no invitó a Ortega ni a ningún miembro de su gabinete a su toma de posesión y el jueves pasado denunció ante senadores mexicanos “no podemos mirar para el lado ante los presos políticos de Nicaragua”. ¿Son ellos los verdaderos representantes de una izquierda democrática en la región?

Con esta derrota, será difícil recuperar terreno o liderazgo en la esfera internacional. Al contrario, anticipo una pérdida todavía mayor de influencia mexicana en la región (ya no digamos internacional) y un retroceso sostenido. Hacia fuera, México se queda sin voz.

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