En México, el Buen Fin se ha consolidado como una de las temporadas comerciales más relevantes del año. Pero a diferencia de ediciones anteriores, este 2025 llega en un entorno donde la inflación, el costo de vida y la cautela financiera han transformado la manera en que los mexicanos compran, comparan y deciden. El consumidor de hoy ya no busca solo aprovechar una promoción: busca comprar con propósito.
De acuerdo con el estudio Consumer Pulse Latam 2025 de Bain & Company, el 67% de los consumidores mexicanos ya recorta gastos, y casi la mitad (48%) ha probado nuevas marcas en los últimos meses. Estos datos revelan un cambio estructural: el consumo dejó de ser impulsivo y pasó a ser una decisión más racional y estratégica. En otras palabras, el mexicano se está comportando como un consumidor que evalúa cada peso invertido.
Compras inteligentes, no impulsivas
El contexto económico explica parte de esta transformación. Nueve de cada diez consumidores perciben aumentos de precios, y cuatro de cada diez han reducido su gasto en categorías como ropa, restaurantes o alimentos. Sin embargo, más allá de los recortes, hay una historia de reinvención del consumo.
El mexicano promedio busca maximizar su poder adquisitivo a través de programas de lealtad, precios competitivos y beneficios tangibles. De hecho, el 53% utiliza programas de fidelización para obtener descuentos, acumulación de puntos o recompensas. Durante el Buen Fin, factores como envío gratuito (57%), precios bajos (55%) y promociones (55%) son los principales detonadores de elección de canal.
Esto demuestra que el consumidor ya no responde únicamente a los descuentos agresivos o a la publicidad llamativa. Responde a la combinación entre valor, confianza y conveniencia. Las marcas que logren conectar esos tres elementos serán las verdaderas ganadoras de esta temporada.
Un consumidor más conectado... y más exigente
La digitalización también ha redefinido el consumo en México. Según el estudio, uno de cada dos mexicanos ya utiliza herramientas de inteligencia artificial para planificar compras, comparar precios o monitorear gastos. Este nivel de adopción no solo refleja la madurez del ecosistema digital, sino también el deseo del consumidor por tomar decisiones informadas y personalizadas.
A esto se suma la creciente importancia de los canales en línea, las tiendas de barrio y los comercios de descuento. El consumidor busca conveniencia y cercanía, pero también experiencias de compra coherentes entre lo físico y lo digital. En otras palabras, ya no hay una sola ruta para llegar al cliente.
Detrás de cada compra también hay emociones. Los datos muestran que, pese a la cautela, los mexicanos mantienen una actitud optimista. Pero es un optimismo medido, atravesado por preocupaciones sobre la estabilidad económica, el bienestar personal y el futuro. De ahí surge lo que podríamos llamar el “consumidor equilibrado”: alguien que no deja de consumir, pero lo hace con intención; que quiere ahorrar, pero también disfrutar; que busca estabilidad, pero sin renunciar a la innovación.
Las prioridades también se están moviendo hacia el bienestar. Perder peso, dormir mejor o cuidar la salud mental aparecen entre los objetivos más comunes, lo que revela una visión más integral del consumo: gastar para sentirse bien, no solo para tener más.
Entender antes que vender
El norte para las compañías de cara al Buen Fin es que entender al consumidor se ha vuelto una ventaja competitiva. No se trata solo de conocer su capacidad de gasto, sino de comprender sus motivaciones, sus límites y sus expectativas. Las empresas que sepan leer esas señales —y adaptarse con agilidad— serán las que logren construir relaciones duraderas y relevantes.
Porque este Buen Fin no será simplemente una fecha más en el calendario comercial. Será, más bien, un termómetro de cómo los mexicanos están redefiniendo su relación con el consumo: menos impulsiva, más informada y, sobre todo, más consciente.
