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Pandoro-gate: cuando la influencia se convierte en fraude

En un ecosistema digital donde la confianza es un tema muy delicado, los casos de fraude protagonizados por figuras públicas revelan una vulnerabilidad creciente.

Las estafas por internet son cada vez más comunes y sofisticadas, y aunque la mayoría de ellas son perpetradas por criminales, muchos influencers se han visto involucrados en escándalos millonarios que han ganado notoriedad internacional.

La más reciente es la italiana Chiara Ferragni, quien fue la primera influencer con notoriedad global a través de su blog ‘The Blonde Salad’. Su contenido era una mezcla de moda, belleza y estilo de vida, que fue creciendo hasta convertirse en agencia de manejo de talentos y de marketing digital. Harvard Business School la invitó a presentar su caso de éxito como influencer y en el 2017 fue nombrada la influencer de moda más poderosa del mundo por la revista Forbes. En los últimos años ha regresado a los tabloides por su vida personal.

En el 2022, su compañía colaboró en una campaña de Navidad con la marca italiana Balocco, una casa tradicional de especialidades de panadería y productos típicos navideños. Juntos lanzaron una edición limitada de un pan pandoro con glaseado rosa - el tradicional pan italiano de Navidad, acompañado con una campaña de marketing en la que se daba a entender que las ganancias de las ventas serían destinadas a apoyar a niños con cáncer del hospital Regina Margherita en Turín.

La marca si donó la cantidad inicial de 50 mil euros antes de la campaña, y Ferragni recibió más de un millón de euros por la colaboración. Sin embargo, la comunicación de la campaña daba a entender que se donarían más fondos para el mismo propósito. Un año después, en diciembre de 2023 la autoridad de competencia italiana multó a Chiara Ferragni y a Balocco por prácticas comerciales engañosas. La influencer pidió disculpas, explicó que todo había sido un error de comunicación y no un engaño, y prometió donar un millón de euros al hospital.

El caso, conocido en la prensa como Pandoro-gate, llegará a su etapa crítica en la corte a finales de este año, y las autoridades italianas están pidiendo que se le imponga una pena de prisión a la influencer por el crimen de fraude. Italia ha introducido nuevas regulaciones para los influencers, que los medios han llamado la ‘Ley Ferragni’; con el fin de garantizar mayor transparencia en los procesos publicitarios ligados a campañas de beneficencia y colaboraciones con marcas, dejando claras las expectativas y confirmando los beneficiarios que recibirán los fondos.

Los seguidores de Ferragni están extremadamente molestos y exigen que se esclarezca la situación. Sus cuentas en redes han perdido miles de seguidores y marcas como Coca-Cola y Pantene han cancelado las alianzas y contratos que tenían con la influencer.

Este caso es similar al de otras figuras públicas que defraudaron millones a través de sus redes, como la australiana Belle Gibson, quien vendía una historia falsa sobre la cura de un cáncer terminal y los fondos que supuestamente donaba a la caridad o las modelos, influencers y deportistas que se han asociado con fraudes como el de Fyre Festival o el de criptomonedas.

En un ecosistema digital donde la confianza es un tema muy delicado, los casos de fraude protagonizados por figuras públicas revelan una vulnerabilidad creciente entre la combinación de ser una celebridad, el poder comercial y la influencia emocional que generan. Las redes sociales seguirán siendo un espacio con un alcance cada vez mayor, pero dependerá de las marcas, los usuarios y las instancias encargadas de su regulación, crear un entorno más responsable, donde la popularidad no sea sinónimo de impunidad.

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