Análisis sin Fronteras

Eventuales consecuencias por promover ‘abrazos y no balazos’

Congresistas estadounidenses amenazan con debatir y aprobar la legislación que designe a los cárteles mexicanos como grupos terroristas.

En mi última entrega subrayaba que, debido a la cambiante y confusa política migratoria de Joe Biden, seguramente se romperá “el dique” de la esperanza y resultará en un tsunami de personas que de un día para otro cruzarán desesperadamente la frontera.

Nadie puede definir a ciencia cierta cuántos millones de migrantes cruzarán la frontera en los siguientes 12 meses. Pero estamos hablando de una ola histórica. Y esto agravará aún más la crisis humanitaria y política, donde actuales legisladores, funcionarios y futuros candidatos lanzarán sus campañas de odio. No buscarán resolver la crisis, legalizando los migrantes para satisfacer los requerimientos de mano de obra que urgentemente requiere Estados Unidos. Tampoco invertirán capital político para asegurar los recursos -miles de millones- para proporcionar alivio a los migrantes mexicanos, cubanos, venezolanos, centroamericanos, colombianos y otras nacionalidades donde hay guerra, gobiernos autoritarios o una crisis económica.

Para un porcentaje de la población estadounidense, la solución a corto plazo es simple y llanamente cerrar la frontera con muros, militares armados y tanques, tal cual fue la amenaza del recién reelecto gobernador de Texas, Gregg Abbot.

Y como lo señalaba la semana pasada, la crisis migratoria de 2023 se traduciría en un incremento histórico de hostilidades en la frontera entre ambos países. Pero más grave todavía es el discurso asumido por políticos y legisladores del vecino país, ante la crisis de consumo de fentanilo, que en su mayoría proviene de México, y para 2023 será el tema de seguridad con México que más preocupe y ocupe al actual y futuro gobiernos.

Con cierta frecuencia, congresistas estadounidenses amenazan con debatir y aprobar la legislación que designe a los cárteles mexicanos como grupos terroristas. La preocupación del gobierno mexicano y especialistas ante estas amenazas sería la justificación de violar la soberanía mexicana.

De hecho, en una conversación telefónica entre el controvertido presidente Donald Trump y el presidente Enrique Peña Nieto, este insistió en enviar tropas estadounidenses a México para “apoyar” al Ejército mexicano a enfrentar los grupos del crimen organizando, insinuando que México no podía o no quería enfrentar criminales. Hay reportes periodísticos de que Trump le preguntó a su equipo de seguridad nacional sobre la posibilidad de mandar mísiles para abatir a los grupos criminales en México. Ante la insistencia de su equipo de que esta eventualidad sería terrible, Trump respondió que nadie tendría que saber de dónde procedía el misil.

Pero hace unas semanas, un legislador republicano y texano literalmente les declaró la guerra a los cárteles y al gobierno de México. El exmarino y veterano de guerra, Dan Crenshaw, no solo vinculó el tema migratorio con el tráfico de fentanilo, sino amenazó a los cárteles mexicanos en español, en un video que fue difundido por las redes sociales: “A los carteles, a Ismael Mario Zambada García, Nemesio Oseguera Cervantes, Juan Pablo Ledezma y los demás, ya se acabaron sus vacaciones, ahora serán perseguidos, vendremos por su dinero, sus canciones, su libertad, ya no vamos a ignorar sus crímenes contra nuestro país y nuestros ciudadanos, ya no se pueden esconder y ahora va a acabar su reino de terror”.

El congresista Crenshaw fue más allá de exigir que a los criminales mexicanos se les enfrente como terroristas, pero también habría consecuencias para los gobiernos que no los enfrenten. Así lo subrayo el legislador texano hace unas semanas: “Mi proyecto de ley persigue a los cárteles y sus miembros aumentando las sanciones penales federales, pasando por alto a los fiscales y fiscales liberales de las grandes ciudades, y atacando a los cárteles donde más importa: sus cuentas bancarias”, y así recordando cómo, según él, los demócratas se rehúsan a perseguir a los criminales mexicanos. Pero lo que debería preocupar al gobierno de México son las repercusiones de no perseguir a lo que el representante Dan Crenshaw considera amenazas a la seguridad nacional: “Diseñé este proyecto de ley para usar herramientas únicas, como la desnaturalización y las sanciones al gobierno que apoya o permite que operen los cárteles, para disuadir el apoyo individual y la corrupción”. Y ante la falta de una estrategia del presidente Biden de reducir a corto plazo el flujo de migrantes y fentanilo que cruzan la frontera, la propuesta del congresista seguramente resonará ahora que los republícanos controlan la Cámara baja.

Eventualmente, la estrategia de “abrazos y no balazos” podría repercutir a mediano y largo plazo en aquellos funcionarios, que según legisladores republicanos, y un eventual presidente conservador, apapachan y no atacan estos “terroristas”. Doscientos años de relación bilateral entre México y Estados Unidos no ha sido suficiente para buscar mecanismos para enfrentar conjuntamente las amenazas de seguridad en la frontera.

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