Romina Jara ha atravesado cinco corridas contra el peso argentino en sus años como gerenta de un supermercado mayorista. Este año se produjo la sexta. Pero, a diferencia de otras veces, Jara y otros comerciantes no planean trasladar de inmediato los aumentos de costos a los clientes. “Esta vez no nos vamos a volver locos y apurados a subir los precios”, señaló la mujer de 46 años.
Entre los motivos: el débil consumo en Argentina y la cruzada del presidente Javier Milei contra la inflación, que incluye fuertes recortes presupuestarios, un férreo control del tipo de cambio y la decisión del Banco Central de dejar de emitir dinero para financiar el gasto público. Sin embargo, pese a una inflación general más baja, muchos consumidores sienten la presión de los aumentos de las cuotas escolares, los seguros médicos privados y otros gastos. Los compradores se limitan cada vez más a lo esencial y disminuye el flujo de clientes, lo que restringe la capacidad de los negocios de subir los precios.
Como resultado, la caída del peso argentino genera incrementos mucho menores en los precios al consumidor que en el pasado. La corredora local One618 estima que cada 1 por ciento de depreciación del peso el índice nacional de inflación apenas avanza 0.17 por ciento, muy por debajo del promedio histórico de 0.5 por ciento en Argentina.
Los analistas destacan tres factores que podrían limitar el impacto de la reciente devaluación del peso —que ha perdido más de 20 por ciento frente al dólar desde junio— sobre la inflación: la desaceleración económica que restringe la demanda, la política fiscal y monetaria más estricta de Milei y la determinación del gobierno de defender la banda cambiaria cueste lo que cueste. Si estos efectos perduran, la economía argentina podría recuperar parte de la competitividad perdida en los últimos años debido a la inflación.
Sin embargo, para Romina Jara la estabilidad de precios no es una buena señal. Las ventas en su supermercado cayeron entre 30 y 40 por ciento este año frente al mismo período anterior, lo que la hace dudar a la hora de subir los precios. Jara pospuso los reajustes durante dos meses y ahora fracciona el queso para mantener bajos los montos de las compras.
“Las ventas están realmente débiles y no podemos darnos el lujo de subir los precios”, señala. “Si subís los precios, no vendés”. Ahora organiza sorteos y degustaciones para atraer más clientes a su local.
Otros comercios se encuentran en una situación similar. Las ventas minoristas cayeron en ocho de los diez meses del año, según la CAME, que representan a 400 mil empresas medianas. La confianza de los ejecutivos de supermercados en agosto cayó al nivel más bajo en más de un año, según una encuesta reciente del Indec. Más de un tercio de los consultados calificó la situación de su empresa como mala, y solo 12.5 por ciento la descrita como buena. La próxima edición de la encuesta se publicará el 12 de noviembre.
“El traspaso a precios debería ser menor que en episodios anteriores porque la actividad es débil y las cuentas fiscales están ordenadas”, dijo Iván Stambulsky, economista de Barclays. “Esta depreciación no se ve agravada por expectativas de que se repita. El punto de partida de la inflación es bajo, la situación fiscal está en orden y la actividad económica es débil”.
El mercado de bonos, a su vez, descuenta una baja en la inflación implícita en los próximos meses, desde niveles actuales cercanos a 30 por ciento hasta alrededor de 19 por ciento en 2026, según la corredora local Max Capital.
Sería un cambio importante para empresas como Ana Paz, que dirige una cadena de supermercados en el norte de Buenos Aires. Paz recuerda el nerviosismo que provocaron las repentinas devaluaciones del peso en el pasado, como la de agosto de 2023, cuando la inflación anual se disparó hasta el 124 por ciento. Según Paz, los proveedores preferían quedarse con sus productos en lugar de venderlos. “Yo prefería comprar todo antes de que todo se fuera al demonio”, relató. “Los comerciantes incluso subíamos los precios más de lo necesario, por adelantado, para no quedarnos atrás”.
Tras el mal desempeño del partido de Milei en las elecciones de la Provincia de Buenos Aires en septiembre, algunas bodegas boutique subieron los precios entre 2.5 y 5 por ciento casi de inmediato. “Pero la mayor parte del mercado, incluidas grandes marcas como Arcor y Coca-Cola, no se movieron”, dijo Paz. “El ajuste ahora es mucho más lento”.
El peso argentino, bajo presión
El peso enfrentó fuerte presión en los meses previos a las elecciones legislativas de octubre, y las autoridades argentinas e incluso el Tesoro de Estados Unidos vendieron dólares para sostenerlo. La tensión sacudió los mercados y puso a Milei a la defensiva antes de los comicios. La moneda se estabilizó tras el sorpresivo buen desempeño de Milei en la votación, aunque sigue más débil que anteriormente en el año.
Argentina registró un déficit de cuenta corriente de 8.653 millones de dólares en el primer semestre, según datos oficiales, lo que muchos analistas consideran un problema. Sin embargo, el tipo de cambio real frente a una canasta de monedas se ha depreciado 35% desde abril, de acuerdo con One618.
La mejora de la confianza de los inversores tras las elecciones desató una ola de emisiones de deuda privada que podría aumentar el ingreso de dólares al mercado cambiario local. Esos flujos —junto con las divisas provenientes de exportaciones energéticas— podrían apuntalar al peso.
“El traspaso está contenido”, porque los inversores consideran que el tipo de cambio actual es suficiente para mantener estable la cuenta corriente, “por lo que no necesita moverse”, explicó el economista jefe Juan Manuel Pazos. “En devaluaciones anteriores, los comerciantes se adelantaban subiendo los precios más de lo necesario para no quedarse atrás”.
Milei, que basó su campaña en la promesa de derrotar la inflación, ahora enfrenta las consecuencias de la depreciación del peso, que sacudió a los mercados y puso en riesgo su desempeño electoral. Hasta ahora, los datos sugieren que el impacto será más leve que en décadas pasadas, lo que le da un margen de tiempo valioso. Pero si el peso vuelve a sufrir ataques, el frágil equilibrio podría romperse rápidamente y llevar a comerciantes como Jara y Paz a volver a subir los precios.
“Terapia de Shock” es una columna semanal enfocada en finanzas y mercados en Argentina.




